Habemus Papam (Trump en IA): Vaticano 2.0 y crisis de fe digital

Una imagen de Donald Trump como soberano pontífice, generada por inteligencia artificial y difundida por la Casa Blanca, sacude la red y las cancillerías. Entre provocación política y cuestionamiento ético, la IA se impone una vez más en el debate público.

Así que imaginen la escena: a principios de mayo de 2025, el mundo católico está de luto tras el reciente fallecimiento del Papa Francisco, y el Vaticano se prepara activamente para el cónclave que elegirá a su sucesor. Es en este contexto, cuanto menos delicado, cuando aparece en Truth Social, la plataforma de Donald Trump, una imagen cuanto menos... papal. En ella se ve al expresidente estadounidense, no con traje y corbata, sino ataviado con los hábitos pontificios, mitra en la cabeza y cruz de oro bien visible. La instantánea, obra de una inteligencia artificial, es luego compartida con orgullo por las cuentas oficiales de la Casa Blanca en X e Instagram. ¿Ups?

La IA llega a la Casa Blanca (¡y al Vaticano!)

No es la primera vez que la administración Trump coquetea con contenidos generados por IA. Recordamos un video que mostraba una visión algo... optimista de Gaza, o una imagen del Sr. Trump coronado con la leyenda «¡LARGA VIDA AL REY!». Pero esta vez, el momento y el tema dan qué pensar. Sobre todo cuando, unos días antes, el propio interesado había bromeado sobre su deseo de convertirse en Papa: «Me encantaría ser Papa. Sería mi primera opción». De ahí a ver una candidatura oficial con sotana digital, solo hay un paso... que muchos no dudaron en dar, o al menos sospechar como una provocación calculada.

Pero, ¿qué es eso de la IA Generativa?

¡Buena pregunta! La inteligencia artificial (IA) generativa es como un estudiante superdotado que ha estudiado millones de imágenes, textos o canciones. Con tanto aprendizaje, es capaz de crear sus propias obras, a menudo sorprendentemente realistas. Herramientas como Midjourney, sospechoso de estar detrás de la imagen papal de Trump, son campeones en esta disciplina. Pueden generar ilustraciones bajo demanda, como un genio saliendo de su lámpara (digital, claro). El problema es que este estudiante, por muy talentoso que sea, también puede usarse para hacer "travesuras", o incluso manipulaciones. De hecho, Midjourney tuvo que suspender sus pruebas gratuitas debido a la demanda excesiva y los abusos.

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"Hiperfalsificaciones" y el "Dividendo del Mentiroso": cuando lo falso siembra dudas sobre lo real

Si la imagen del "Papa Trump" probablemente era una creación de la nada, nos lleva a hablar de los hiperfalsos, o deepfakes en inglés. Aquí ya no hablamos de una imagen 100% nueva, sino de la modificación ultrarrealista de una foto o video existente para hacer decir o hacer a alguien cosas que nunca dijo o hizo. Es como un fotomontaje, pero versión 2.0, con resultados tan convincentes que el dicho «ver para creer» queda en entredicho.

Y aquí aparece un fenómeno perverso: el "dividendo del mentiroso". Al ver circular falsos más reales que la vida misma, cada vez es más fácil desacreditar información auténtica acusándola de ser... ¡obra de la IA! El propio Donald Trump acusó erróneamente una foto de un mitin de Kamala Harris de estar generada por IA. Astuto, pero devastador para la confianza en la información.

Tormenta en una pila bautismal digital: reacciones encontradas

Lógicamente, la imagen del inquilino de la Casa Blanca como líder de la Iglesia católica —cuando él mismo no es católico— hizo rechinar dientes, y no solo las pequeñas. La Conferencia Católica del Estado de Nueva York denunció una «burla»: «No se burlen de nosotros», dijeron. El cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York (¡a quien Trump había mencionado como buen candidato al papado!), calificó la imagen de «no buena» y equivalente a una «brutta figura» (mala impresión, en italiano). En Italia, país muy ligado al papado, la indignación fue aún mayor, con el ex primer ministro Matteo Renzi hablando de una imagen «vergonzosa» que «ofende a los creyentes».

Sin embargo, en el bando trumpista, se defiende la broma, el humor, la sátira. El vicepresidente JD Vance lo justificó como una «simple broma», comparándola con acciones más graves como «desatar guerras estúpidas». La Casa Blanca prefirió eludir el tema, recordando que el Sr. Trump asistió al funeral del Papa y es un «ferviente defensor de los católicos». Un contraste que ilustra cómo el humor puede servir de escudo: lo que divierte a unos, ofende profundamente a otros, especialmente en un contexto tan delicado.

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La IA en política, ¿simple gadget o caja de Pandora?

Más allá de la anécdota y las risas (o los rechinar de dientes), este episodio del "Papa Trump" plantea preguntas serias. El uso cada vez más frecuente de imágenes sintéticas en el discurso político difumina los límites entre sátira, propaganda y desinformación pura. Acostumbra al público a estos "casi reales", con el riesgo de normalizar la manipulación y erosionar aún más la confianza en las instituciones y los medios.

Los expertos advierten sobre el potencial de estas tecnologías para manipular la opinión, influir en elecciones o exacerbar tensiones. Y mientras la tecnología avanza a la velocidad de la luz, las normas éticas y los marcos regulatorios parecen correr un maratón en reversa para intentar seguir el ritmo.

Entonces, ¿qué hacer? Hay llamados a mayor transparencia (como etiquetar claramente los contenidos de IA), más responsabilidad de las plataformas y, sobre todo, educación mediática masiva para que todos puedan navegar este nuevo océano de información con una brújula crítica bien afilada.

El caso del "Papa Trump" es un síntoma llamativo de los cambios que la IA trae a nuestras vidas, especialmente en cómo se produce y consume la información política. Entre potencial creativo y riesgos de descontrol, la línea a veces es tan borrosa como los bordes de una imagen generada demasiado rápido.

¿Y si, al final, el mayor desafío es mantener nuestro sentido crítico tan afilado como un algoritmo bien entrenado? Para reflexionar, con o sin mitra.